Dejando florecer lo más genuino.
Cuando éramos niños, todo podía convertirse en un juego: una caja era un castillo, un garabato era la obra de arte más importante, y cualquier historia que inventábamos nos hacía sentir los protagonistas de algo grande.
La creatividad brota de manera natural en la infancia, pero a veces, como adultos, nos perdemos en el ruido de las exigencias, las comparaciones o las infinitas opciones de todo y cada vez más.
Esta primera entrada del año no busca imponer reglas de crianza ni sermonear sobre métodos ideales. Más bien, es una invitación a volver a lo esencial: a entender cómo la creatividad se conecta con la autoestima de los niños y cómo acompañarlos en ese proceso, dejando que lo más genuino florezca. Porque, en términos creativos, menos muchas veces es más. ¿Como podemos acompañar y dejar ser, desde un lugar de respeto y curiosidad?. Y no hablo de dejarlos hacer lo que sea. Esto se trata mucho más de ser, que de hacer.
1. La Creatividad: Un Lenguaje que Todos Tenemos
Desde antes de aprender a hablar, los niños ya encuentran formas de expresarse: un garabato, un juego de roles o cómo apilan bloques; son maneras de decir, algo, al mundo. Esa libertad para jugar y crear es mucho más importante de lo que parece.
Donald Winnicott, pediatra y psicoanalista, lo explicó con claridad: el juego no es solo diversión, es el espacio donde los niños descubren quiénes son, procesan sus emociones y entienden cómo encajan en el mundo.
Menos es Más: Simplifica para Dejar Espacio a la Imaginación
Los niños no necesitan juguetes elaborados para crear. Una caja vacía puede inspirar horas de aventuras. Los estudios respaldan que menos recursos estimulan la imaginación: cuando los materiales son limitados, los niños llenan los vacíos con su creatividad.
Por ejemplo, un bloque puede ser una torre, un auto o una criatura fantástica. En cambio, cuando los juguetes abundan, cambian de actividad rápidamente y exploran cada objeto de manera superficial.
¿Cómo encontrar el equilibrio?
Proporciona juguetes abiertos, como bloques de madera, plastilina o telas, que puedan transformarse en lo que el niño imagine.
Evita la sobreabundancia: si tienes muchos juguetes, rota los disponibles para mantener el interés.
Respeta los tiempos de juego libre y no estructurado, sin imponer actividades o expectativas.
2. Creatividad y Autoestima: Dos Aliadas Naturales
Cuando un niño siente que lo que crea importa, su autoestima crece. Validar sus ideas les enseña que lo que tienen para decir es valioso, incluso si no lo entendemos del todo.
Winnicott hablaba del verdadero self, ese núcleo auténtico que los niños exploran a través del juego y la creatividad. Al aceptarlos y escucharlos sin críticas, les damos un espacio seguro para desarrollarse plenamente.
Pequeños Gestos que Marcan la Diferencia:
Haz preguntas abiertas: En lugar de “¡Qué lindo dibujo!”, di “¿Qué estabas pensando cuando lo hiciste?”
Celebra el proceso, no solo el resultado: “Pareces muy concentrado mientras dibujas.”
Evita las etiquetas: Frases como “Esto no parece un árbol” pueden apagar su entusiasmo.
La creatividad es mucho más que hacer cosas bonitas; es una manera de decir “Esto soy yo, esto es lo que siento.” Cada vez que validamos esa expresión, estamos fortaleciendo su autoestima.
3. Juguetes y Herramientas: Calidad Sobre Cantidad
La creatividad no viene en cajas coloridas. Viene de la libertad de imaginar y de tener las herramientas adecuadas para explorar. Aquí algunas ideas para inspirar su imaginación:
Materiales Básicos
Crayones, acuarelas, papeles de colores, pegamento no tóxico.
Tijeras seguras para manos pequeñas.
Elementos Naturales
Piedras, caracolas, hojas secas, ramas o arena.
La naturaleza es el mejor kit creativo.
Juguetes Abiertos
Bloques de madera, piezas magnéticas, telas o plastilina moldeable.
Objetos simples que ofrezcan infinitas posibilidades.
Cosas Cotidianas
Cajas de cartón, tubos de papel, botones o retazos de tela.
Todo puede transformarse con un poco de imaginación.
4. Cómo Acompañar Sin Interferir
La creatividad no necesita guías. Winnicott decía que los niños necesitan un espacio seguro para ser ellos mismos, y eso incluye su manera única de jugar y crear.
Claves para Acompañar:
Observa y aprende: Mira cómo juegan y apóyalos sin tomar el control.
Deja que se aburran: El aburrimiento es el terreno donde germina la imaginación.
Juega tú también: Si te invitan, déjate llevar y diviértete con ellos.
5. ¿Qué Aprendemos Nosotros de Todo Esto?
Acompañar sin interferir no significa ser pasivo, sino estar presentes desde el respeto y la curiosidad. Los niños nos recuerdan algo que a menudo olvidamos: que todos tenemos un lado creativo.
Cuando les damos espacio para ser ellos mismos, también aprendemos a darnos ese permiso. Y tal vez, al observarlos, nos inspiremos a garabatear algo, a imaginar sin juicio o a crear por el simple placer de hacerlo. ¿Hace cuanto no lo haces?
Conclusión: Dejando Florecer lo Más Genuino
La creatividad en la infancia no necesita ser enseñada; ya está ahí, esperando florecer. Lo que los niños necesitan es nuestro tiempo, nuestra escucha y un poco de libertad para explorar su mundo. Y en ese proceso, tal vez recordemos cómo era jugar y crear sin miedo al juicio... Propio y ajeno.
Llamada a la Acción:
Esta semana, observa cómo un niño juega o dibuja. No para dirigirlo, sino para aprender de su mundo. Tómalo como un juego en sí mismo. Un desafío de investigación. Esta vez, en lugar de depositar tu ingenio para resolver el último policial de NETFLIX, te escabullirás -cual antropólogo intrepido- en el mundo infantil y documentarás -así sea con la memoria y la atención plena- el misterio de su juego. En sus trazos y sus formas, hay un recordatorio de lo que significa ser auténtico. Y hace bien.
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