Podría ser la historia de una mujer común, pero no lo es.
Lo absolutamente formidable de mi abuela, era su inconsciente sutileza transgresora. No había esfuerzo perceptible en su revolución; pero era inmensa, elegante e inevitable. Fluidez absoluta, diminuta e impactante... ¡Qué sé yo! Distinta, inteligente, genuina.
Desde luego, hablo desde mi condición de nieta enamorada, arrepentida de espaciar las visitas a medida que pasaba el tiempo. ¡Pero siempre enamorada! Hasta sus “defectos” me resultan románticos al día de hoy. Y es que ella era así... Lo suficientemente salvaje y armoniosa, como para mantener en vigencia su majestuosa locura.
¿Cómo explicarlo? Mi abuela no cocinaba, le embolaba y decidió no hacerlo. De ahí para arriba... Sabía decir no y lo decía. Sabía lo que quería y lo buscaba. Había soltado ya hace tiempo y de manera creíble, las expectativas de sí misma.
Si te enamorabas, por ejemplo, lo único que preguntaba era lo siguiente: "¿te trata bien? ". También le encantaban los dulces y las masitas rellenas, pero dos por tres salía con antojos improbables que justificaba con absoluta cordura: “el cuerpo me lo pide”. Un concepto que nunca entendí, hasta que entendí y ojalá les pase, porque es divina la intuición.
Honestamente, el único reproche que podría hacerle (y ni siquiera quiero) es el maquillaje. A mi me gustaba su versión más fresca y a medida que pasaron los años se volvió pegajosa. Pero no seré yo quien juzgue los masking ajenos.
Al fin de cuentas, mi abuela no hacía galletitas, ni buñuelos, pastafrolas, ravioles o mermeladas. Pero se paraba de manos, hacía ruedas de carro, piruetas increíbles en las argollas paralelas, ejercicios osados en las barras pasamanos, clavados de cabeza en trampolines altos y reclamaba velocidad torpedo, a mi hermano Bruno, cuando él nos llevaba al Parque Rodó (a escondidas de mi madre, obvio) a hacer trompos furiosos en el Chevette beige que, era de mi padre pero, había sido de su esposo.
Y es que yo lo entendí más bien de adulta, pero mi abuela era viuda. Tata había muerto y si bien yo lo sabía, veía otra cosa: una especie de Sarah Jessica Parker en Sex and The City, pero en San José de Mayo y sin mucho sex; porque según ella misma lo decía: "no planeaba perder el tiempo cambiando pañales de otros".
Ella estaba en otra... Mucho más conectada con sí misma, que con el resto y su burbuja estaba buena. Escuchaba Rafaella Carrá, le encantaba Cinema Paradiso, y se moría de risa con Doña Flor y sus dos maridos. También inventaba cuentos divertidos (que siempre de trataban de mi), hacía yoga de noche (para dormir), miraba Mrs. Beans, caminaba en puntitas de pié -como una especie de bailarina de ballet o modelo top diminuta-, jugaba a lo que sea -literal- y roncaba como un caballo gigante. Lo cual era entre sorprendente y admirable, porque la capacidad sonora de sus rujidos desafiaba en creces el tamaño -diminuto- de su figura.
Pero ella era así. Lo que tenia de pequeña, lo tenia de forajida, vibrante y brillante. ¡Hasta había terminado el liceo! Cosa que en su época, no se estilaba para las doncellas. Eso y magisterio. Hasta ahí logró negociar con su padre que -laxo, pero hombre-, e invertir en la educación para ellas no le hacía optimo sentido.
Ese era uno de los pocos reproches que guardaba con la vida: no haber podido andar en bicicleta (a las niñas no las dejaban), no poder estudiar una carrera (matemáticas, diseño o ingeniería le hubiera encantado), la perdida anticipada de Tata y bueno... El asuntillo con Gardel y esa segunda vez que vino al Teatro Maccio y su padre no la dejó ir.
Y es que si lo pensamos en tiempo, mi abuela hubiera merecido nacer ahora. Acá y ahora, que también sabemos que no es así en todos lados. Pero nació en su tiempo y me regaló mucho más que mucho: coraje y voluntad ❤️🔥.
¡Fuiste un fuego abuela! Y la llama sigue.
P.D: si no viste Cinema Paradiso y te gutsa el cine, mirala. Si no te gusta el cine, miralá tambien porque capa´z te arranca a gustar. La musica es de otro plantea, o del de Ennio Morricone y su hijo Andrea Morricone... ¡Que es lo mismo!
Que lindo relato!!! Me había olvidado del maquillaje…!! Leo ésto y siento el sabor del Colet de frutilla! ♥️♥️
Que épocas!!