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Foto del escritorYabebiry

Mi abuela

Actualizado: 24 jun

Podría ser la historia de una mujer común, pero no lo es.

Lo absolutamente formidable de mi abuela, era su inconsciente sutileza transgresora. No había esfuerzo perceptible en su revolución; pero era inmensa, elegante e inevitable. Fluidez absoluta, diminuta e impactante... ¡Qué sé yo! Distinta, inteligente, genuina. 

 

Desde luego, hablo desde mi condición de nieta enamorada, arrepentida de espaciar las visitas a medida que pasaba el tiempo. ¡Pero siempre enamorada! Hasta sus “defectos” me resultan románticos al día de hoy. Y es que ella era así... Lo suficientemente salvaje y armoniosa, como para mantener en vigencia su majestuosa locura.


¿Cómo explicarlo? Mi abuela no cocinaba, le embolaba y decidió no hacerlo. De ahí para arriba... Sabía decir no y lo decía. Sabía lo que quería y lo buscaba. Había soltado ya hace tiempo y de manera creíble, las expectativas de sí misma.


Si te enamorabas, por ejemplo, lo único que preguntaba era lo siguiente: "¿te trata bien? ". También le encantaban los dulces y las masitas rellenas, pero dos por tres salía con antojos improbables que justificaba con absoluta cordura: “el cuerpo me lo pide”. Un concepto que nunca entendí, hasta que entendí y ojalá les pase, porque es divina la intuición.


Honestamente, el único reproche que podría hacerle (y ni siquiera quiero) es el maquillaje. A mi me gustaba su versión más fresca y a medida que pasaron los años se volvió pegajosa. Pero no seré yo quien juzgue los masking ajenos.


Al fin de cuentas, mi abuela no hacía galletitas, ni buñuelos, pastafrolas, ravioles o mermeladas. Pero se paraba de manos, hacía ruedas de carro, piruetas increíbles en las argollas paralelas, ejercicios osados en las barras pasamanos, clavados de cabeza en trampolines altos y reclamaba velocidad torpedo, a mi hermano Bruno, cuando él nos llevaba al Parque Rodó (a escondidas de mi madre, obvio) a hacer trompos furiosos en el Chevette beige que, era de mi padre pero, había sido de su esposo.




Y es que yo lo entendí más bien de adulta, pero mi abuela era viuda. Tata había muerto y si bien yo lo sabía, veía otra cosa: una especie de Sarah Jessica Parker en Sex and The City, pero en San José de Mayo y sin mucho sex; porque según ella misma lo decía: "no planeaba perder el tiempo cambiando pañales de otros".


Ella estaba en otra... Mucho más conectada con sí misma, que con el resto y su burbuja estaba buena. Escuchaba Rafaella Carrá, le encantaba Cinema Paradiso, y se moría de risa con Doña Flor y sus dos maridos. También inventaba cuentos divertidos (que siempre de trataban de mi), hacía yoga de noche (para dormir), miraba Mrs. Beans, caminaba en puntitas de pié -como una especie de bailarina de ballet o modelo top diminuta-, jugaba a lo que sea -literal- y roncaba como un caballo gigante. Lo cual era entre sorprendente y admirable, porque la capacidad sonora de sus rujidos desafiaba en creces el tamaño -diminuto- de su figura.




Pero ella era así. Lo que tenia de pequeña, lo tenia de forajida, vibrante y brillante. ¡Hasta había terminado el liceo! Cosa que en su época, no se estilaba para las doncellas. Eso y magisterio. Hasta ahí logró negociar con su padre que -laxo, pero hombre-, e invertir en la educación para ellas no le hacía optimo sentido.

Ese era uno de los pocos reproches que guardaba con la vida: no haber podido andar en bicicleta (a las niñas no las dejaban), no poder estudiar una carrera (matemáticas, diseño o ingeniería le hubiera encantado), la perdida anticipada de Tata y bueno... El asuntillo con Gardel y esa segunda vez que vino al Teatro Maccio y su padre no la dejó ir.





Y es que si lo pensamos en tiempo, mi abuela hubiera merecido nacer ahora. Acá y ahora, que también sabemos que no es así en todos lados. Pero nació en su tiempo y me regaló mucho más que mucho: coraje y voluntad ❤️‍🔥.


¡Fuiste un fuego abuela! Y la llama sigue.


P.D: si no viste Cinema Paradiso y te gutsa el cine, mirala. Si no te gusta el cine, miralá tambien porque capa´z te arranca a gustar. La musica es de otro plantea, o del de Ennio Morricone y su hijo Andrea Morricone... ¡Que es lo mismo!




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1 Comment


Guest
Jun 21

Que lindo relato!!! Me había olvidado del maquillaje…!! Leo ésto y siento el sabor del Colet de frutilla! ♥️♥️

Que épocas!!

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